Hay una serie de factores que
influyen las opiniones que alguien pueda tener acerca de nosotros: Sus
visiones de cómo funciona el mundo, su pasado, sus experiencias, sus prejuicios,
sus miedos, etc.
Cuando alguien nos da su opinión
acerca de nosotros o algo de lo que estamos haciendo, reaccionan a elementos que tienen significado para ellos, pero lo verbalizan en una frase
general que tenga significado para nosotros. Cuando alguien nos da su
opinión acerca de nosotros o algo de lo que estamos haciendo, su opinión
realmente tiene más que ver con ellos que lo que tiene que ver con
nosotros. Cuando alguien nos da su opinión, crea una ventana psicológica
para que su percepción se palsmee en nuestra realidad.
Esto es igualmente cierto para
los comentarios tanto positivos como negativos. Pero los comentarios negativos
siempre causan más impresión. Y se pueden desencadenar 1 de 2 situaciones:
PRIMERA: dependiendo del impacto que
cause un mensaje en nosotros (o de cuánto estábamos buscando o temiendo un tipo
de respuesta) usualmente los internalizamos. Olvidamos que originalmente eran
las palabras de alguien más y nos las empezamos a decir a nosotros mismos, pero
ahora con nuestra propia voz.
Esta, muchas veces se vuelve nuestra voz maligna interna, fantasmas de niñez, o
una voz de alerta en esteroides. Es la voz que nos dice: No. No puedes. No eres
suficientemente bueno. Nadie va a venir a tu fiesta de cumpleaños. No olvidarás
a tu primer amor. Eres egoísta. Nunca tienes nada en orden.
Es la voz que nos da miedo y nos
amarra… la que no nos deja seguir adelante.
SEGUNDA: dependiendo de las emociones
que evoque un mensaje en nosotros (de cuánto nos moleste o nos perturbe) usualmente
tratamos de desmentirlo. Permitimos que un comentario cambie el enfoque de
nuestras intenciones y motivaciones originales- para poder probarle a alguien
que Sí. Ves que sí podía hacerlo.
El problema es que agarramos el
comentario de alguien y lo convertimos en un reto que nos hace reaccionar,
cuando al principio nuestra motivación era personal y nuestro éxito sería
nuestro también- no un "Te lo Dije" para alguien más.
Ambas situaciones son igualmente
lastimosas y evitables. Es difícil evitarlas, pero ese es el reto de a través
del razonamiento ser mejor que nuestros impulsos y nuestras reacciones.
Es imperativo evitarlas porque
primero, la mayoría de las veces las otras personas no han pensado a
profundidad las opiniones que emiten y no tienen NI IDEA de la trascendencia
que sus comentarios pueden tener.
Segundo, porque tenemos que procurar
siempre permanecer conectados con nosotros mismos- con nuestro instinto, con
nuestras motivaciones.
Que sean sueños o miedos los que nos
hagan actuar, pero que sean nuestros.
No digo que no hay que escuchar los
consejos ni las guías de los demás. Pero take them with a grain of salt. Que
su alcance esté limitado al universo de la situación en la que se pronunciaron.
Son opiniones de otros humanos que
tienen tantos miedos y tantos sueños como nosotros.
Que sea tú opinión la que valga
más.
Asímismo, tengamos en mente el
impacto que nuestras opiniones pueden tener en los demás. Y escojamos
prudentemente nuestras palabras y apropiadamente los momentos para
intervenir.
Aquí estamos todos tratando de
encontrar (y formar) nuestros caminos.
No seamos obstáculos en el camino de nadie más.
Más importante aún, no seamos el obstáculo principal de nuestro propio
camino.
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