La noche estaba oscura y había muy pocas persona
transitando la calle de mi hogar, donde suele haber más movimiento que el que
estaba viendo en ese momento. Hasta podría decir que la oscuridad del cielo era
mayor debido a eso. Una sensación de profundidad me invadía.
Entré a mi casa. La luz estaba apagada, y, a pesar
del silencio extremo y el ambiente que esto provocaba no la encendí. Segundos
más tarde me arrepentí, ya que un objeto que no debía estar en su lugar hizo
que me encuentre cara a cara con el piso, muy frio debido al invierno. Pero había
algo que no estaba bien, ya que, en la caída, me topé con otras cosas que no
tenían que estar ahí tampoco. Me repuse y encendí la luz.
Era un desorden. Mis libros, mi colección de CDs,
todo. Luego de ver también que había objetos muy extraños que no eran de mi
pertenencia, no pude hacer otra cosa que llamar a la policía… pero de nada
sirvió. Llamé una vez tras otra, pero nadie me atendía. Supuse que esa
tranquilidad inusual de la calle tenía algo que ver con el desorden, las
llamadas sin respuestas. Había algo que no estaba bien ¿En mi casa, en mi
calle, en el barrio?
Me di cuenta que había estado parada durante una
hora en el mismo lugar intentando contactar a la policía. Decidí ir a mi
habitación y revisar si estaba todo en orden. Y así lo encontré. Pero en la
cama me llamó la atención una pequeña tarjeta de color rojo que me transmitió
una sensación muy extraña al verla. La agarré, la di vuelta, y ahí se leía:
“Ya sabes qué te falta”
“Ya sabes qué te falta”
La luz del living se apagó.
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